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LAB TX 052

Viajar nos ayuda a ser mejores emprendedores: lo que aprendí en el extranjero y cómo lo implementé en mi país.

Lectura | 1664 palabras | 16 de Diciembre de 2021 a las 02:08

Por Carla Romagnolo.

Viajar es siempre sin dudas una vía de aprendizaje. Nos ayuda a tomar otra perspectiva sobre temáticas que pensamos a diario, a ver con otros ojos nuestra propia rutina, y también nos posiciona en un nuevo lugar para vernos a nosotros mismos. A veces no somos nosotros quienes hacemos el viaje, sino que el viaje nos hace a nosotros mismos.

 Mi nombre es Carla y después de recibirme de Licenciada en Turismo en 2018, decidí hacer una experiencia en el exterior viajando a Nueva Zelanda, donde viví por casi 18 meses. La idea era, por supuesto, recorrer, conocer, viajar, mejorar idiomas, aprender. A los pocos meses recordé que lo que más sorprende de viajar es cómo los viajes nos terminan construyendo a nosotros mismos.


 

Al poco tiempo de llegar empezó la búsqueda del primer objetivo en destino: conseguir trabajo. Habiendo trabajado en restaurantes en Argentina y con un curso de barista terminado hacía poco tiempo, apunté al rubro gastronómico ya que es un sector en el que me siento cómoda (si bien nunca imaginé lo que me tenía detrás).

Buscar trabajo en otro idioma, con otra cultura, desconociendo costumbres y hasta temas legales, se puede volver bastante desafiante. Me tocaron días de lluvia para repartir currículums y encapuchada salí a recorrer el pueblito costero donde me había mudado, dejando mi “resumee” (así le dicen allá al CV) en todos los restaurantes del lugar. Se escuchaban muchas quejas en destino de que al ser playa era imposible conseguir trabajo en invierno, que el inglés tenía que ser perfecto, que las propuestas no eran buenas; de todos modos en mi experiencia la recorrida valió la pena. Esa misma semana incluso rechacé ofertas laborales a las que me convocaron.

Este comienzo me permitió aprender la importancia de esforzarse y perseverar. Quizás terminé de confirmar que todo éxito tiene detrás frustraciones, miedos y cansancio, pero la proactividad se aprecia, así como las ganas, el interés. Todo eso vale incluso más que un completo historial de experiencia laboral.

 Mis primeros trabajos fueron en restaurantes de camarera mientras que al mismo tiempo ganaba experiencia en una cafetería como barista por las mañanas. El color de rosas, como en todas las partes del mundo, no existe, si bien no dudo que uno va pintándolo con decisiones a medida que hace en el camino. Muchas horas de trabajo por día y cambios de empleador buscando el lugar ideal protagonizaron esas primeras semanas.

Apenas después de dos meses me llamaron de otra cafetería. Cuando mencioné que no imaginaba lo que este rubro tenía escondido para mí, me referí a varias cosas y esta es la primera de ellas: querían que sea supervisora. Esta fue otra gran enseñanza: ese mito de que emigrando uno trabaja en el campo, de mozo, lavaplatos, o limpieza: anulado. Las chances las crea uno.

Después de dos meses, me ascendieron a Manager. En Argentina ya había trabajado coordinando equipos, pero ¿en otro idioma? ¿sabré manejar bien el trato? ¿Y los proveedores? ¿Cómo es la organización de una empresa en Nueva Zelanda? La adrenalina, la emoción y la ambición de aprender creo que hicieron que me trague el miedo y acepté sin dudarlo, aún sabiendo que me esperaba un mundo entero por aprender, y por supuesto un desafío enorme por delante.

De repente me di cuenta que ejerciendo el mismo rol que ya había tenido en mi país pero en otro contexto, los conocimientos y aprendizajes se multiplicaban. Como dije al principio de este artículo, otra mirada sobre lo ya conocido puede construirnos de nuevo.

La confianza que uno tiene en sí mismo se debilita fácil en un contexto donde quizás clientes evitan tu atención por ser extranjero, o por no hablar su idioma de forma nativa, o incluso ante empleados que no entienden por qué, en su país, tiene que “dirigir” el equipo una chica de otra nacionalidad. Esa realidad también existe pero por suerte no predomina, y no hay que aflojar. La confianza en uno mismo y la autoestima al momento de viajar son claves y más si uno lo hace sólo, porque por más amigos que uno haga, sos tu propio hogar vayas donde vayas.

En resumen, muy feliz me quedé 7 meses en ese trabajo, renuncié para seguir viajando, tuve otros trabajos de encargada, de barista. Creo que el movimiento es lo que da vida y por eso creo tanto en el turismo, movernos permite construir y deconstruir infinitamente, nos mantiene vivos. El recorrido me siguió enseñando que ser proactivo, trabajar con esfuerzo, dedicarse, siempre trae lindas recompensas.

Comenzó la pandemia y si bien en Nueva Zelanda no había peligro de contagios, aún con la visa extendida y fronteras cerradas decidí regresar a Argentina con todo lo aprendido (los lazos tiran y más en momentos de tanta incertidumbre a nivel global).

Volví decidida a jamás volver a trabajar de algo que no me guste, a perseguir pasiones, y también a emprender un proyecto que haga feliz a otras personas al mismo tiempo. Entendí que si viviendo en el exterior podía disfrutar mi trabajo, hacerlo con ganas, crecer y aprender, ¡más debería hacerlo acá, en mi país!

Viajando uno se siente libre y eso refleja en su rutina; lo ideal sería poder sostener esa sensación una vez llegados a nuestro hogar. Al fin y al cabo siempre repito lo mismo: la mayoría de nosotros pasa más tiempo trabajando que con su familia y amigos, entonces ¡hay que disfrutar el trabajo! Además, Argentina necesita ese espíritu de libertad del que uno se contagia recorriendo otros caminos.

Con esta convicción creé División Café, mi gran orgullo hoy en día. División Café es una empresa que me permitió aplicar todo lo aprendido: la creatividad que nos da el viajar, el valor del aprendizaje sobre culturas ajenas, la perseverancia, y sobre todo lo invaluable de poder hacerlo “en casa”, con toda la inspiración que traje conmigo.

El producto estrella de División Café son los Blends de Especialidad. Inspirada en la cultura cafetera de Nueva Zelanda, donde cada propuesta es un mundo entero de innovación, creé en Argentina estos blends para infusiones alternativas que son realizados a partir de vegetales y raíces en vez de tener café. De esta forma te podés tomar un Latte de Remolacha o de Cúrcuma por ejemplo, que además de tener unos colores espectaculares aportan un montón de propiedades a tu organismo y contribuyen con la disminución del consumo de cafeína. Todos los productos están realizados con ingredientes de primera calidad, son veganos y gluten free.


 

La idea al principio sonaba un poco osada, si bien después de investigar un poco y notar que aún no existía en Latinoamérica esta propuesta, me pareció un lindo proyecto que acompaña las tendencias inclinadas hacia una alimentación saludable y natural, a su vez alineada con el crecimiento de la cultura del café que hay actualmente en nuestro país. Sería imposible negar las dudas que tuve inicialmente, ¿funcionaría? ¿habría público que se anime a probarlos? Y acá quiero destacar que la oportunidad laboral que hay en Argentina es enorme, tenemos un mercado muy receptivo y abierto a nuevas propuestas. Hay definitivamente mucho más espacio para emprender que el que uno cree, y amerita el intento. División Café hoy está en cafeterías de todo el país y también en las casas de muchos argentinos que disfrutan nuestros blends a diario.

Concluyendo, como todos sabemos viajar nutre el alma, si bien trae muchos más beneficios de los que damos por sentado: también incentiva nuestra inspiración para crear y ser mejores personas en todos los ámbitos, incluyendo el laboral. Viajar potencia lo mejor que tenemos y creo que la clave es llevar con nosotros siempre esos frutos: incluso, o más aún, al volver a casa


 

Carla Romagnolo es fundadora de División Café. Además de haber sido certificada como Barista Profesional por el Centro Internacional de Coctelería, es Licenciada en Turismo con orientación en Planificación Turística Sustentable, recibida en la Universidad Nacional de Lanús. Fue profesora auxiliar en la cátedra de Servicios Turísticos dentro de la misma universidad y participó como voluntaria en proyectos de Fundación Plan21, siempre destacando en su carrera como valores profesionales la sustentabilidad, la calidad, la innovación y las nuevas formas de comercialización en el sector turístico.

 

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